un hombre soltero


Despertarse un día para hacer frente a la monotonía de la carencia, anunciada en una llamada de teléfono que le indicaba que no podría despedirse de lo que durante tanto tiempote complementaba para completar su vacío.
Ordenar las pertenencias sobre la mesa con sumo sigilo y escrupuloso orden. Depositar el traje oscuro sobre el lecho del colchón, un saco de montaña.
Iniciar la conducción autómata en su propia ausencia, con los compromisos diarios, acompañándole el salvoconducto en el maletín.
Una charla afortunada, un encuentro fortuito al o
tro lado de la ventanilla del coche. Igual a la coincidente entrada al bar, puede inducir a un chapuzón en la esperanza. Con una nueva ilusión renacida, ante el descanso inocente de una mirada inocente apagada.