los placeres ocultos

Sentir la necesidad de proteger. Tener un protegido, al que adular y conquistar. Complacerse de su compañía, aunque sea a cambio de un pago. La rutina se vuelve costumbre y ésta pertenece a un círculo íntimo de una azarosa vida, guardada con recelo. Pero al recurrir al juego con reincidencia, puede hacer que todo cambie y con el cambio todo tienda a convertirse en mucho más que un ciclo iniciático y repetitivo. Ésta es la cinta con la que el cine español hizo una incursión plena en el género homosexual, a manos de su director: Eloy de la Iglesias en el año 1.976.