la otra pareja

A cada uno lo componen sus vivencias, aquel entorno en el que ha logrado desarrollarse. Tanto eso como las aspiraciones, temores y sueños con los que ha ido creciendo, ya se hayan alcanzado o quedasen como una nueva esperanza abierta a ser conquistada. Unos pueden haber crecido, obligado a jugar a la ostentosa “rueda de los sentimientos” y otros se han visto abocados a servir copas de martini con una aceituna, que a lo largo de su vida ha servido para ahogar sus pesadumbres. No se trata de juzgar ni “poner ningún punto sobre ninguna i” sino aprender a trasladar tanto hechos como emociones y saber aprender a escuchar y comprender las ajenas. No consiste en pretender imponer nuestro criterio y desconocer las razones de aquellos con los que no comulgamos. La naranja partida por la mitad es difícil ser recompuesta, cada uno de los gajos que la componen pueden superponerse pero no reintegrarse. Si una media naranja se presenta jugosa, y la otra agria: los sabores pueden complementarse. Evitando la acidez de una con el dulzor excedente de la otra. Sólo con dosis de diálogo y entendimiento es como puede emprenderse una de las mayores empresas de la vida: EL VIVIR e integrar dos vidas en una sola.