el cuarto de leo

Dibujada sonrisa perenne en sus labios, inocencia perfilada en mirada cristalina. Entregado a la búsqueda de su propio encuentro. Dedos extendidos en la búsqueda de aquellos que estreche su mano. Parada de bus de encuentros perdidos, sin un horizonte que facilite el destino. La necesidad de hallar los atentos cuidados de un amo que le propicie mostrarle la gratitud a sus atenciones, agitando el rabo y rascarse las orejas con las patas traseras. Disfrutar de las caricias en la soledad de un cuarto, en el que los pies quedan descalzos ante la confortable taza de café. Incertidumbre postrada ante la indecisión de la tolerancia, el silencio, las dudas y el hallazgo el motor de sus propias inquietudes. Paz, tranquilidad, sosiego... optar por una decisión que sea la correcta. Tomar el volante de su propio sendero, recorrer el camino hacia un horizonte perdido en la confusión.