un año sin amor

Escribir, puede resultar difícil. Pues el escrito no es más que un intento de reflejar en un papel manchado con letras, las emociones y sensaciones sostenidas. Sentimientos, de incomprensión. De constante búsqueda. Palabras que emborronan, al tiempo que la pantalla de nuestro ordenador: nuestra mente. Así, con ello, nuestra mente atrapa para los instintos tanto aquello con lo que soñamos, como aquello con lo que se nos castiga. Diferenciar con lo que soñamos y deseamos, con lo que realmente disfrutamos. Aquello con lo que se nos otorga, aquello con lo que se nos castiga, aquello que deja impregnada nuestra piel con castigos, lamentaciones y dolor, más profundo aún que el castigo físico.

Excepcionalmente puede que la dificultad de plasmar con palabras nuestros recuerdos, nuestros deseos e ilusiones se canalice con cierta maestría. Si esto logra alcanzarse, puede que lo realmente dificultoso consista en que generar cierta rentabilidad de ello. Páginas y más páginas, que guardadas entre los lomos de un libro… logren llegar a su destinatario: el gran público.